Portada: taller de capuchas rojas feministas 2018. (Fotografía cortesía de Consuelo Achurra).
Pasar a la acción encapuchadas
Tal vez sea para resguardar la identidad en una manifestación, para prevenir la represión y persecución política con la que el Estado chileno y los gobiernos de turno, han respondido a las diversas movilizaciones sociales de los últimos años. O para aparecer performativamente como un solo rostro, unificado por las necesidades y demandas de una división política estructural que genera discriminación de clase, etnia y género. Lo cierto es que el gesto de encapucharse es un recurso que ha aparecido como signo de empoderamiento, de las cuerpas que hasta hace poco habíamos sido consideradas como en falta de derechos, resguardadas en el ámbito de lo privado, confinadas a la explotación sexual, reproductiva y doméstica.
Así, en el acontecer de los últimos años, hemos visto un activismo feminista estetizado por una capucha intervenida artisticamente, que protege y unifica los rostros, construyendo una identidad feminista devenida de nuestra territoria. En donde diversas artivistas, convocatorias y agrupaciones, como las Capuchas Rojas en Resistencia, Baila Capucha Baila o Complejo Conejo, se han encargado de transmitir formas accesibles para su confección y utilización. De esta manera, la utilización de la capucha feminista, ha repercutido en nuestro hacer artístico durante la revuelta, como un artefacto, un objeto artisitco convertido en una tecnología de resistencia.
¿Por qué encapucharse?
Para resignificar los valores peyorizados por la sociedad sobre las prácticas leídas como femeninas: como un modo expresivo que levanta relatos propios sobre nuestras cuerpas e identidades de género, para deshacer los imaginarios hegemónicos de lo entendido como otro.
Para promover los imaginarios propios, la economía autovalente, el arte disidente, la confección de indumentaria reflexiva.
Para resistir juntes la represión injustificada que reciben nuestras cuerpas al querer manifestarse; evitar respirar gases tóxicos que queman la piel, evitar los balines que destruyen globos oculares, perforan el hueso, revientan la carne.
Para cuestionar el individualismo forzoso que reproducen las sociedades de capitalismo tardío, el fichaje panóptico y abusivo que nos exige identificarnos pero que no nos revela quien ejerce la violencia, quien ejerce la sujeción de nuestras cuerpas.
En particular, la capucha feminista me ha permitido ir más allá del formato de participación pública determinado para las cuerpas entendidas como frágiles por el patriarcado. Especialmente al ser una artista de performance que se identifica con la identidad de género mujer, y que busca enunciar un discurso político, apareciendo públicamente para denunciar el incumplimiento a los derechos básicos que una sociedad basada en el modelo de estado promete a sus ciudadanías. En donde la capucha feminista se ha convertido en una especie de arte-facto clave, para ejercer mi derecho al anonimato, que tan asertivamente señalan les compañeres de Complejo Conejo.

El artefacto capucha, permite la acción directa, que en el mero gesto de su utilización, instala performativamente la necesidad de manifestar el desacato a las lógicas del fichaje. Pudiendo a su vez aparecer entendida de manera identitaria y colectiva, como una cuerpa politica que se adhiere a las demandas de la ola feminista, sin quedar expuesta a los modos operandis que la sociedad de control tiene para instalar la normatividad imperante, a través de la detección del rostro y el control de identidad.

Hoy recordamos
Es por ello que este 8 de marzo, del 2022, desde Registro Contracultural, queremos conmemorar la aparición de una capucha resignificada como feminista y propia de nuestra territoria, movilizada desde el hacer artístico, político y de contracultura.
Mayo feminista 2018
Mayo del 2018, fue marcado por el contexto de una emergente ola feminista en Chile, en donde aparecieron mujeres encapuchadas, la mayoria estudiantes, marchando a torso desnudo y puño alzado, como cuerpas aliadas para remecer el escenario de la contingencia nacional y de las redes sociales mediante esta performance (Frente Fotográfico, 2018); poniendo además este tipo de acciones performaticas y callejeras, como una forma de denuncia, reclamo y manifestación social.

Las tomas feministas universitarias entregaron un contexto estudiantil y feminista donde las mujeres salen a marchar, teniendo como punto de origen de este acontecer, la búsqueda de justicia ante el caso de acoso sexual vivido por una estudiante de derecho de la Universidad de Chile Sofía Brito. El perpetrador fue el docente de la facultad de derecho Carlos Carmona, personaje célebre apodado como “La República” dado el cargo político que ejerció como ministro y luego presidente del Tribunal Constitucional de Chile (Fernández, 2018).
Estas demandas universitarias fueron ampliadas a su vez de la mano de una agenda dirigida por la coordinadora feminista 8M (2019), sumando a la movilización la lucha por la legislación del aborto libre, los derechos de las discidencias sexuales, la desigualdad laboral, el acoso callejero y la visibilización en general de la violencia de género en contra de la mujer. Denunciando además el aumento significativo de delitos de índole sexual y femicidios en Chile, que ha pesar de la concientización sobre el tema continúan ocurriendo.

Al analizar el movimiento feminista actual, Nelly Richard (2018, en Faride 2018) —teórica y crítica cultural francesa residente en Chile— señala que la radicalidad feminista instala una denuncia sobre las relaciones de poder y privilegio masculino que gobiernan el sistema sexo/género, combinando distintos planos simbólicos y culturales que otorgan a la diversidad de quienes representa unidad y cohesión. Así en el discurso aparece tanto el rechazo a un maternalismo obligatorio y servil, bajo la consigna “la maternidad será deseada o no será” hasta la demanda “abajo el patriarcado y el capitalismo”, señalando que la “precarización la vivimos todas: a la calle, estudiantes, migrantes, madres y trabajadoras”, logrando tramar una cadena asociativa y derivativa de significantes de lucha (Richard, 2018).
Estas demandas feministas se mantienen en el tiempo, apareciendo con fuerza renovada, para adherir al Estallido social chileno, originado el 18 de Octubre 2019, — por como ya sabemos entre otras cosas— el alza de 30 pesos en los pasajes de locomoción colectiva. Levantamiento social que con protestas sostenidas, reveló el creciente malestar social dados los altos costos de la vida, la falta de seguridad social, la crisis del sistema de AFP y el disgusto del pueblo hacia la clase política e institucionalidad chilena. Que como demanda de fondo exigió un cambio urgente de la constitución de 1980, instalada desde la dictadura cívico-militar posterior al golpe de Estado en Chile de 1973 (Vergara, 2019).
Capuchas rojas en resistencia
En nuestro pasado reciente, también aparecieron espacios de organización feminista como la feria de arte político y feminista RVDA, y las “Jornadas de arte, teoría y oficios 8M” (2018-2019). Instancias que generaron un espacio de encuentro sororo, artístico y político entre mujeres, previo a la marcha feminista que se realiza todos los años durante el 8 de Marzo. Allí se hicieron populares los talleres de confección de capuchas feministas, acuñados por la artista Consuelo Achurra, quien junto a otras artivistas y agrupaciones como Teatro síntoma, aún el día de hoy, producen y comparten la iniciativa en diversas zonas del país. A partir de este hacer, durante el Estallido social de Octubre de 2019 a la fecha, el taller de capuchas dió paso a la aparición de las #capuchasrojasenresistencia. Mujeres autoconvocadas, que reproducen y viralizan la capucha roja feminista en diversas territorias, para salir a manifestarse en contra de la represión, como modo de resistencia y ocupación de las calles en masa.

La propuesta de Las capuchas rojas en resistencia, propone que con la capucha todas son un solo rostro, donde se experimenta con el textil, la indumentaria y la performance.
“El objetivo del taller autoconvocado de capuchas feministas, es poder enseñar el oficio textil de la confección de un elemento unificador, en donde se manifiesta el desarrollo de un imaginario propio. Bajo el principio de compañerismo y sororidad, la mujer encapuchada no muestra su rostro, no por miedo a ser reconocida, sino por no representar un ser individual, su rostro es tu rostro, tu rostro es mi rostro. Es la manifestación de todas y cada una de nosotras, quienes tanto física como ideológicamente, vivimos en un territorio de resistencia.” #capuchasrojasenresistencia

Este espacio permite a sus asistentes, aparecer en la esfera pública, como una cuerpa múltiple y autoconvocada, vestidas todas completamente de rojo y ataviadas con las capuchas feministas del mismo color. Las capuchas siempre están bellamente ornamentadas con bordados personalizados y labores del arte textil, que remiten hacia un imaginario de mujeres guerreras. El color rojo simboliza tanto la conmemoración de la sangre derramada de las compañeras caídas bajo el régimen estructural de la violencia patriarcal, como la fuerza feminista que significa tener en la memoria presente esta sangre, estas muertes que no quedan en el olvido, que estan clamando justicia en las cuerpas y en la presencia masiva. Así se forma una ola, una marea roja que busca en esta performance, recordar y honrar la memoria de las hermanas que ya no están, levantándose en esta acción por los derechos políticos de las mujeres.

Guerrilla Marika
La Guerrila Marika es una comparsa marika, que con sus acciones desde la periferia de la ciudad de Santiago, han buscado descentralizar la revuelta cultural, alejándose del relato fundacional y heteropatriarcal de los centros cívicos, siendo además una acción de aparición callejera y masiva en tiempos de pandemia y distanciación social.

Las Guerrilleras irrumpen en las calles poblacionales bajo el alero del carnaval, con estética cholita y dándole un giro marika a la figura masculinista del encapuchado de primera línea. Tomando elementos de la revuelta, como la capucha y la escuda de latón, los intervienen con mucha escarcha, lentejuela y glamour para construir una identidad Marika y de Abya yala. En su indumentaria además predomina el color fucsia, con reminiscencias altiplánicas, como polleras coloridas y cabelleras trenzadas, acompañadas de elementos bdsm como cadenas, corset, mallas y tacones.
Para la Guerrilla, las Ñapu Cholas, son una gran influencia, como una figura sexo-diversa que escapa a los posibles recortes coloniales de un folclore normativo, siendo éstas, personajes femeninos interpretados por hombres en las diabladas bolivianas de la ciudad de Oruro (D’Marco, 2021). En este sentido, la “Guerrilla Marika” rearticula y resignifica la pertenencia de sus integrantes al pueblo mestizo de las llamadas “clases bajas” o como diría el antropólogo Chileno, José Bengoa, el “populacho de mechas tiesas, trenzas y ojos achinados”(Bengoa, 1992, p.116, citado en D’Marco, 2021).

Con esta resignificación de elementos identitarios — tanto de género como de ancestralidad— La Guerrilla Marika aparece en el espacio público, utilizando sus danzas desobedientes como táctica de lucha y organización fronteriza, en espacios marginalizados por la cultura oficialista.
La Yeguada Latinoamericana
La Yeguada latinoamericana también utilizó la capucha en más de una ocasión, especialmente durante el estallido social, en donde esta performance salió a las calles con sus integrantes encapuchadas durante las manifestaciones multitudinarias del 2019. Un ejemplo de ello fue la acción “Estado de rebeldía”, en donde Las Yeguas encapuchadas de negro, con las colas equinas al aire, el puño alzado y vengalas encendidas, confrontaron la mirada de las fuerzas del orden policiales y militares desplegadas en el contexto de Estado de emergencia y toque de queda anunciado por el gobierno de Sebastián Piñera. (Nash, 2019).

Más adelante en “Comunicado Yeguada latinoamericana”, veremos a La Yeguada aparecer encapuchadas de color dorado. Instalando con ello su estética de una feminidad exacerbada y enyeguecida, que se re apropia del insulto animalista y misógino, y transformándolo en una performatividad que las enuncia como sujetas de deseo y derecho. El video performance además con la estética de la revolución encapuchada y feminista, se reapropia del formato del primer manifiesto Rodriguista, integrando signos y simbolos del desacato social.

Más que nada, urge resignificar
Desde la diversidad de feminismes, se ha buscado dar significado a la experiencia de existir, subsistir y transformar a las entidades excluidas del relato patriarcal. Dicha exclusión, también es subordinación, explotación y opresión de nuestras cuerpas; por lo que ha sido urgente conceptualizar estas condiciones de existencia precaria que recibimos de nuestros contextos. De esta manera, la aparición de una indumentaria que resignifica un elemento de lucha ha sido clave para construir nuevas formas discursivas de entendernxs. En donde la capucha ya no solo cubre el rostro para evitar la represión del estado, sino que además te identifica dentro de un espacio revolucionario y feminista, sin necesidad de perder el resguardo de la identidad propia.
Referencias
Achurra, C. (2018). Registro de taller capuchas rojas feministas Encontrada en red social Instagram @consuropa_sinsuropa.
Achurra, C. (2019). Registro de capuchas rojas en resistencia contra ley anti capucha, durante marcha del estallido social, 30 de noviembre de 2019. Encontrada en red social Instagram @consuropa_sinsuropa.
Coordinadora feminista (2019). Quienes somos. Encontrado el 4 de abril 2019 en Sitio web Cf8m: <http://cf8m.cl/quienes-somos/>
D’ Marco, A. (2021). Un carnaval liberado, texto sobre Guerrilla Marika por Antonia D’marco. Encontrado 30 de Agosto 2021 en sitio web Registro contracultural: <https://registrocontracultural.cl/un-carnaval-liberado-por-antonia-dmarco/>
Faride, Z. (2018). Mayo feminista. La rebelión contra el patriarcado. Feminismos y géneros, ciencias sociales y humanas. Lom ediciones.
Frente Fotográfico, (2018). ¡Comenzó en matriarcado!. La raza cómica. Disponible en:<http://razacomica.cl/sitio/2018/07/02/comenzo-el-matriarcado/>
Frente Fotográfico, (2018). Registro Marcha feminista. [Fotografía]. sitio web Frente Fotográfico. Disponible en: <http://frentefotografico.cl>
Jara, V. (2019). Registro de taller de capuchas en la marcha feminista del 2019. [Fotografía]. Encontrada en red social Instagram @valejarag, Marzo de 2020.
Liberté, A. (2020) Registro de performance, “Guerrilla Marika” en El Carnaval de La Legua, realizado 18 de Diciembre del 2020. [Fotografía]. Archivo personal fotográfico de Amadalia Liberté.
Liberté, A. (2021) Registro de performance, “Guerrilla Marika”en feria de oficios para Trans y No Binaries, San Miguel, 24 de Octubre 2021. [Fotografía]. Archivo personal fotográfico de Amadalia Liberté.
Nash, C. (2019). Informe ONU: inesperadamente, el más completo y lapidario para el gobierno. Encontrado 16 de Enero 2020 en sitio web Ciper: <https://ciperchile.cl/2019/12/16/informe-onu-inesperadamente-el-mas-completo-y-lapidario-para-el-gobierno/>
Remmele, L. (2019). Registro fotográfico performance “Estado de rebeldía”. [Fotografía] Encontradas 22 de Enero 2020 en Red social Facebook.
Valenzuela, A. (2021). Retrato Jazmín Ra encapuchada, durante acción cuerpas en sacrificio territorias en sacrificio. Archivo registro contracultural.
Valenzuela, A. (2019). Comunicado Yeguada Latinoamericana. Registro contracultural. [Fotografía]. Encontrada Marzo 2022 en sitio web registro contracultural: <https://registrocontracultural.cl/comunicado-yeguada-latinoamericana/>

Jazmín Ra
Jazmín Ra es Performista, Licenciada en Artes de la Universidad de Chile. También es Psicóloga, post titulada en clínica psicoanalítica, y especializada en género de la misma universidad. Entre sus intereses se encuentra la investigación teórica en torno a la performance política desde una perspectiva crítica y feminista. En su práctica de performance, ha explorado temas autobiográficos y políticos, con el interés de cuestionar desde un conocimiento situado, el discurso hegemónico sobre la cuerpa, la sexualidad, la familia y la institucionalidad patriarcal. Utilizando la performance, el terrorismo poético y el posporno, para hackear significantes fálicos, símbolos nacionalistas, espacios públicos de representación y monumentos incómodos que representan las estructuras psíquicas del poder, con el fin de cuestionar el imaginario histórico fundacional de base patriarcal y capitalista. Actualmente es madre y dueña de casa, lo cual forma parte de los temas abordados desde su artivismo, donde el maternaje, el trabajo doméstico y la violencia biopolítica de las instituciones que administran la cuerpa — temáticas históricamente relegadas a la esfera de lo privado y lo personal — se vuelven el telón donde se despliega la lucha en contra de la explotación capitalista sobre las cuerpas.
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