Fragmentos a propósito de Persistencias: encuentro de performance y arte político / Texto por Tomás L’Huillier

Fragmentos a propósito de Persistencias: encuentro de performance y arte político

Por Tomás L’Huillier

Psicoanalista, Filósofo. Investigador en Colectivo Pliegue @pliegue
Grupo de Esquizoanálisis Chile @esquizoanalisischile

I. Encarnar

Prepararme para Persistencias no fue algo irreflexivo: iba determinado a tener encuentros, cruces y afinidades, quería encarnar algo especial para la ocasión. Con un poco de placentera ansiedad y con la certeza de que me encontraría tarde o temprano nadando en mi elemento, quise presentarme públicamente como lo hago en privado, como un masoquista (aunque sutil). Fue una grata sorpresa que la primera performance que vi, “Sentir tu libertad” de Trinidad Ortega, incluyera aspectos de esta naturaleza. Recurriendo a la restricción corporal y a agujas con plumas clavadas en su cuerpo, Trinidad encarnó un tránsito desde afectos sofocantes a liberadores. Y es que para encarnar el afecto de la liberación hace falta encarnar primero el de la opresión; en un movimiento indivisible pasar de sentir las cadenas a sentir la libertad. Pero todo esto lo hizo desplegando su corporalidad en un interjuego de miradas con la audiencia. ¿Por qué las miradas? Fue algo muy íntimo, especialmente cuando su mirada y la mía se cruzaron, me sonrió muy levemente y me ofreció como regalo una de sus agujas con pluma. Nos vimos, nos reconocimos como amantes del dolor y la libertad, fuimos fugazmente un pueblo de a dos. Esto es especulación, pero creo que Trinidad buscaba no sólo exhibir los afectos que encarnaba sino también comunicarlos. Sea como sea, no sentí la libertad sino hasta que nos miramos y ahora ronda en mi pensamiento la idea de que no hay libertad sino la que es compartida.

Trinidad Ortega en Persistencias 2022, en CCRogelia. Fotografía por Amadalia Liberté

II. El cuerpo de la performance

No es novedoso señalar que el cuerpo tiene un lugar predominante en el arte de performance. Pero no hay que concluir de esto que la performance sea “el arte del cuerpo”. Todo arte se hace encarnando compuestos de sensación en una gran diversidad de cuerpos, sea este el cuerpo del sonido, del color, de la escritura o de las imágenes. Lo que distingue el arte de la performance es que se encarna de manera más inmediata en un cuerpo presente: una performance constituye un monumento fugaz cuya corporalidad más específica es el conjunto de relaciones afectivas inmediatas que se producen, con ocasión de la misma performance, entre quienes ocupan ya sea el lugar de performer o de audiencia. Y si bien es cierto que toda obra de arte hace en algún punto un cuerpo presente, colectivo y afectivo, solo el arte de la performance lo toma como su cuerpo más específico. De esto se sigue que cuando el crítico evalúa una obra de arte performativo debe, antes que cualquier otra cosa, evaluar los grados de transversalidad que recorren este cuerpo colectivo de relaciones. Hay puestas en relación que producen transversalidad, hay puestas en relación que más bien la impiden o disipan, y el arte de la performance -aún el más (auto)destructivo en su figuración- por jugarse en la inmediatez y la fugacidad de su monumento, será tanto más valioso cuanto más capaz sea de componer en el acto un cuerpo colectivo poblado por transversales afectivas. En el horizonte superior de su potencia, y esto es así para toda obra o acción, se encuentra la conquista de una repetición como universalidad de lo singular. De lo anterior se desprende que no hay peor obra de performance que la obra individual, la obra que comunica más con el Yo o la identidad individual del artista que con el cuerpo colectivo que lo aloja. Un artista cuya pretensión no haga más que generalizar su particularidad solo conseguirá disipar transversales, deshacer pueblos posibles…

III. Darle casa a la carne

En el encuentro había una gran cantidad de obras en exhibición y estaba todo montado de manera muy orgánica. Se podía ver sin problema las instalaciones, cuadros, clips audiovisuales, performances, incluso se podía interactuar activamente con algunas piezas. El recorrido entero estaba fuertemente marcado por temáticas relativas a la memoria, la resistencia política, las corporalidades y las sexualidades/disidencias. Todo estaba proyectado en un plano-estructura armónico, que conseguía resaltar el valor de cada parte, el efecto de conjunto era realmente maravilloso. Además de esta estructura espacio-temporal hubo un conversatorio que contribuyó a la organización global de su sentido. La equipa de Registro Contracultural se detuvo a explicitar el por qué de su trabajo y del encuentro. Fue algo extenso pero necesario, además íntimo, vulnerable y amistoso. Me quedo muy alegremente con los afectos de cariño de la equipa y la calidez con que nos invitaban a lo que era como su propia casa. Una casa hecha de amor, arte y resistencia.

IV. ¡Otra vez!

Es difícil para mí separar la experiencia del arte político, sobre todo el arte de performance, de la experiencia de la revuelta popular de 2019. En la memoria que me habita, con todas sus potencialidades, hay una vía facilitada que va directo de la revuelta a la performance, y la performance con todo su valor de presente a su vez me lleva directo de vuelta a la revuelta. No voy a negar que este tránsito comporta cierto grado de tristeza, pero en cuanto habilita nuevos futuros me siento más bien colmado por una síntesis de alegría y tristeza que se afectúa como una gran excitación superior. Esta tristeza entonces debe ser entendida como algo completamente opuesto a una depresión, que es la palabra que se ha tomado nuestra representación ordinaria de lo que significa estar triste. Hay tristezas que son inseparables de la alegría. De otro modo no sería tolerable ningún tipo de revolución, sea esta pequeña o grande. El mismo encuentro me llevó a esto: mucha intensidad, mucho dolor, mucha dificultad, mucha injusticia por la que luchar. Así y todo, como fue el lema del encuentro, persistir en nuestra era líquida es un acto revolucionario. Persistir en la acción política, persistir en la resistencia, persistir en la misma vida es algo que por doloroso y triste que pueda llegar a ser, no sabremos que potencias envuelve sino hasta que estemos dispuestos a decir: ¡Otra vez! No hay estados definitivos, no hay comienzos ni fines, sino solo procesos que se moverán de un modo u otro en cuanto estemos dispuestos a persistir y afirmar la persistencia. Una revuelta, dos revueltas, tres revueltas… las que hagan falta. Una performance tras otra, una lucha tras otra, más arte, más memoria. Como diría Nietzsche, está en juego la eternidad…

V. Aperturas

Al finalizar el encuentro decidí acercarme a la equipa, de verdad quería mucho conocerles. Una gran amiga forma parte de Registro Contracultural, y gracias a la confianza que ella me dio decidí quedarme a una celebración de cierre. Hablamos de las dificultades de desarrollar arte y proyectos culturales autogestionados, revisitamos algunas performances registradas que se expusieron en el encuentro, una de Hija de Perra y otra de Mistress Miranda, tuve la oportunidad de conocer sus perspectivas respecto de estas performances y también sobre otras vivencias relativas al encuentro. Compartimos, conectamos, comunicamos. Fueron muy amistosos e incluyentes, me hicieron sentir muy cómodo de estar ahí y muy contento de haberles conocido. Más que un cierre para mí fue una apertura: hacia nuevas relaciones, nuevas ideas, nuevas experiencias y nuevos futuros. Persistencias abrió para mí todo un mundo de posibilidades y nuevos universos, y por ello le agradezco enormemente a cada uno de los que puso de su parte para que esto haya sido posible. Espero verles otra vez, espero que sigan haciendo este hermoso y necesario trabajo. La fugacidad de la performance de la mano de la durabilidad y reproductibilidad del registro audiovisual, y el enorme valor que le añade el arte de su montaje, prometen hacer de nuestro arte político, tan local como subterráneo, algo inolvidable. ¡Otra vez! Gracias.

Equipa Registro Contracultural (Amadalia Liberté, Dinko Covacevich, Luna Grandón, Jazmín Ra, Antonia D'Marco, Andrés Valenzuela y Eme Echeverría) durante Persistencias 2022, en CCRogelia. Fotografía por Sergio Cerón.

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